A los dos esto del shopping no nos gusta nada así que buscamos plan alternativo, una ferrata.
Vamos a casa y miramos la predicción del tiempo, va a llover en Turín por la tarde y en Caprie se va a mantener.
Caprie es una región que está a unos 30 minutos en coche de la ciudad, justo en frente de la Sacra di San Michelle, donde también hay otra ferrata bastante larga. Yo quiero hacer algo fácil, por la tarde quiero salir a entrenar para la Cursa dels Bombers y hoy, según el miCoach de Adidas, me toca correr 35 minutos.
Acabamos de comer, cogemos "la ferralla" y hacia Caprie. La ferrata tiene el nombre de Rocca Bianca y tiene un recorrido de unas dos horas.

Dejamos el coche y comenzamos la aproximación. Empezamos bien ya que la aproximación es bastante corta, apenas cinco minutos.

Esta ferrata se divide en dos tramos separados por un trozo de sendero. Nos ponemos el arnés y disipador y comenzamos a subir. El primer tramos es bastante fácil pero, entre el calor que tengo y recién comido, hace que mi ascenso sea muy lento. Lo que más me sorprende es que todo el cable de vida está forrado con plástico, cosa que unas manos sudorosas agradecen. 
Mientras voy subiendo me viene a la memoria la ferrata de Baumes Corcades, en Centelles. No es que se parezca mucho pero ir cogiendo altura y ver el pueblo a tus pies me viene a la cabeza.
Llegamos al final del primer tramo y ya me he bebido casi medio litro de agua, estoy sudando como un pollo. Este primer tramo ha sido bastante fácil. Caminamos un poco y comenzamos el segundo tramo. Éste es bastante más vertical aereo y con algún tramo de pequeño extraplomo.
Estoy bastante cansado y no me apetece correr por la tarde pero Marco no para de insistir. Menos mal que tengo una ayuda divina y empieza a llover y no parará en toda la noche.
Me he divertido mucho, lástima del calor que he pasado y de las gambas a la plancha que me iban subiendo y bajando.
No está mal para ser mi primera ferrata en tierras italianas.