Todos estamos un poco preocupados por si llevamos exceso de equipaje y por si nos hemos dejado algo, los nervios de última hora.
Por fin llegamos al mostrador y nos informan que nuestro vuelo sale una hora más tarde de lo previsto. Preocupados por el enlace en El Cairo, tenemos menos de dos horas, el que parece el responsable nos dice que estemos tranquilos, llegaremos de sobras porque el tiempo mínimo para hacer un transfer es de cuarenta y cinco minutos. Cuando compramos los billetes ya habíamos reservado asientos pero me dicen que mi localidad del vuelo a Nairobi ha sido cambiada, que seguramente la tendrá otro miembro de la expedición. Llevamos tres bultos, la maleta de Dolors (22 Kg .), mi bolsa de expedición (15 Kg .) y mi bolsa para el safari posterior (5 Kg .). No nos hacen pagar exceso de equipaje, perfecto.
Nos dan un ticket para comer gratis en el Mussol por el retraso y salimos de la cola. Esperamos al resto del personal y nos vamos a comer.
Embarcamos y despegamos rumbo a El Cairo. Un vuelo sin problemas si no fuera por la preocupación de la hora de llegada, llevamos bastante más de una hora de retraso. Las auxiliares de vuelo comunican que el avión nos va a esperar, parece que a la compañía de sale más a cuenta esperarnos que llevarnos a un hotel a once personas y esperar al siguiente vuelo. A parte de nosotros siete, vuelan cuatro más al mismo destino.
Aterrizamos y cogemos el autobús que nos lleva a la terminal. Subimos todos menos Rosa, que viajaba más atrás y cogerá el siguiente. Nada más bajar del autobús ya hay un operario del aeropuerto que grita el nombre de Nairobi sin parar, indicándonos el camino a seguir. Pasamos por todos los detectores que pitan como locos y a la carrera llegamos a la puerta de embarque, la G 10. Paso por el último detector y me hacen quitar dos encendedores que llevaba en la mochila, me quedo sin fuego.
Subimos al avión y voy a mi sitio veo que está ocupado y no es por ninguno de la expedición. Veo que Caco también tiene problemas con su asiento, hay alguien sentado en él. La auxiliar de vuelo intenta resolver el problema pero hay algo que no cuadra. A mi me hace sentar en un sitio y Rocío y Caco se quedan de pie. Aparece el comandante pidiendo que cada uno se siente en el sitio que le pertenece. Al parecer yo estaba sentado en el asiento de Rocío y el de al lado era el de Caco, que está ocupado por una italiana que va con un grupo. Le hacen enseñar su billete electrónico y se descubre que tiene billete para el día treinta, no veintinueve al igual que una compañera suya. Les hacen desembarcar y por fin nos podemos sentar cada uno en su sitio. Veo que Rosa y Dolors están sentadas juntas, al parecer si tenían razón en el mostrador de Barcelona y me han cambiado el asiento por uno de nuestro mismo grupo. Rosa se da cuenta y me propone cambiar de asiento. Acepto de buen agrado.
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